¡Qué difícil se hace a veces esta lucha! Como mujer, persona,
profesional y ciudadana no puedo simplemente indignarme, y sacar conclusiones
precipitadas o juicios de valor ante un acontecimiento sin hacer un análisis
previo de todo un contexto.
Ayer desde que me desperté me encontré
con múltiples mensajes de felicitaciones por ser el día internacional de la
mujer, a algunas de las personas que se acercaron para hacerlo les expliqué por
qué no se debe de felicitar, les comentaba sobre aquellas mujeres trabajadoras
que murieron calcinadas en New York y que no sirve solamente palmearnos las
espaldas y decir “que linda y fuerte que sos, seguí así sacando solita a tus
hijos (as) adelante” o decir “las mujeres somos tan emocionales, pero también
somos fuertes, y sobre todo somos bellas” (claramente esto está muy, muy mal),
me molesté al escuchar a varios hombres decir que somos tan cargas que
merecíamos un reconocimiento por hacernos cargo del trabajo en una organización
durante ocho horas y el de la casa otras
cinco horas a eso además había que sumarle las responsabilidades reproductivas,
y vernos “bonitas”, les decía como la fecha dejó de ser representativa y simbólica
para pasar a ser otro 15 de agosto, se frivolizó de forma vanal el día, y que
el mercado muy conveniente la volvió un objeto de consumo, donde se regalan
flores, chocolates, y se mercadea con ropa, bolsos, cosméticos, zapatos y
grandes descuentos (porque claro, las mujeres sólo somos eso, sujetos y objetos
del mercado).
Sin embargo, a pesar de que todo el día
y gran parte de la noche tuve que escuchar los mismos comentarios desinformados
una y otra vez, también vi un haz de luz cuando leía a mis amigas y amigos en
las redes sociales, concientizando sobre la importancia de hacer valer los
derechos de las mujeres, leía que no queríamos “ni una menos”, vi un grito
desesperado para que se termine el abuso, el acoso, el hostigamiento, la trata,
las violaciones, las muertes, la transfóbia, la inequidad de salarios y de
puestos, las burocracias para los tramites de pensiones alimentarias, los
estereotipos, los embarazos y enfermedades de transmisión sexual en niñas
adolescentes, los abusos sexuales, la violencia de género, la ablación genital,
la pobreza, la mercantilización de la mujer en los prostíbulos, las revistas,
la televisión, y los múltiples anuncios sexistas en los medios, leía sobre cómo
debemos de erradicar los conceptos erróneos de los roles de género que tanto
daño le hacen a la sociedad, pero lo mejor que vi fue a muchas, pero muchas mujeres
unidas marchando, apropiándose de las calles de nuestro país, solicitando al
Estado y a la población en general que por favor se les escuche, que no
queremos más esto, que merecemos el mismo respeto que tienen los hombres, recibir todo lo que se nos ha negado a través
de la historia, que necesitamos un mundo de equidad, y leía en las fotos que
compartían los carteles mis colegas: “Trabajadoras Sociales presentes”, “La
lucha continua”, “Empoderadas y Sororas” “Todas juntas” “Ni sumisas ni devotas”
“Nuestros derechos no se tocan” “Vivas nos queremos”…Y no pude negarlo, sentí
una emoción tan grande que me estremecí y se me salieron las lágrimas, mientras
tanto pensaba “como nos ha costado esta lucha pero bueno tengo la esperanza de
que algún día lo lograremos”...
Hoy la cosa fue muy diferente, no tardé
en abrir el Facebook para encontrarme muchos comentarios de tristeza e
indignación tras las publicaciones de los medios de comunicación: En los
periódicos y en la tele no narraron cuántas mujeres fueron a la marcha, no
hicieron un llamado a la reflexión, no vi estadísticas de las mujeres que
murieron a manos de su pareja este año, ni de la cantidad de denuncias por
acoso laboral, no vi datos de mujeres pioneras en cargos como la NASA que hay
en nuestro país, en la portada no vi a mujeres deportistas como Shirley Cruz, Lideresas
como Larissa Arroyo haciendo de las suyas y luchando por los derechos de las
mujeres trans y la población LGTBI, en su lugar los medios de comunicación
buscaron los puntos más negros de la marcha, ahondaron como siempre lo polémico
(claro, porque esto es lo que vende), vendieron una idea falsa al país:
nosotras las feministas somos malas, somos vandálicas, rallamos las paredes,
somos asesinas, irrespetuosas, y brujas sin valores. Hoy los medios
seleccionaron los carteles con más odio (como si no hubiese ya suficiente en
estas elecciones) eligieron el acto más “delictivo” de la marcha, y lo sacaron
a la luz, y en este punto quiero ser clara, la Iglesia (tanto católica como
evangélica) si, me parece machista, lo siento cuando me dicta el cómo
comportarme como mujer (distinto a un hombre), como vestir, y como me debo permitir
muchísimos malos tratos para agradar a mi esposo y la sociedad, la siento patriarcal
cuando una mujer no puede ser sacerdote, la sé y la reconozco misógena cuando
me dice que el hombre es la cabeza del hogar y debo callar y asentir ante sus
mandatos, no obstante a pesar de que la Iglesia me irrespeta cuando me
encasilla y me culpa como “la tentación más grande ante los deseos de un
hombre” y cuando me dice hasta cuales deben de ser mis decisiones reproductivas
correctas, yo no pago con las misma moneda, la respeto, y lo hago porque
representa las creencias de algunas mis personas cercanas, por una cuestión
meramente educativa inculcada no he rallado nunca un pupitre siquiera, y
personalmente pienso fielmente que se puede denunciar y lograr una diferencia
social de otras muchas otras formas que rallar una pared, pero me parece que
es infame y perverso que los medios nos quieran invisibilizar, creo es horroroso
enfocarnos en unas paredes y no en todo lo que debemos de mejorar, me duele que
se haya minimizado nuestra causa y lucha por dos paredes, me duele saber que
los carteles por los que lloré ayer de felicidad y que eran cientos de miles no
los vi en las galerías de los medios de comunicación, en su lugar vi carteles
llenos de fervor electoral y cargados de ofensas, es antiético que el mercado y
los medios quieran relegarnos para seguir vendiendo nuestro día como cualquier otro sin sentido, sin
embargo, no vamos a claudicar con nuestra lucha, vamos a seguir marchando con la
frente en alto por lo que nos pertenece, y nos fue arrebatado, vamos a pelear
por las nuestras, porque juntas somos
más fuertes, y la sororidad nos hace invencibles, quiero cerrar esto
con una frase de Monserrat Sagot que me pareció muy pertinente para hoy: “Los
grafitis en las paredes se arreglan con un poco de pintura. Los discursos
misógenos, y homofóbicos, y la falta de acciones contundentes contra la
pedofilia y los abusos sexuales dañan de por vida a las personas e incluso
matan a algunas. Y eso no se arregla con pintura”.